La emoción de ser campeonas

La tierra se detuvo por unos segundos, la respiración de los aficionados presentes en el estadio Universitario se contuvo por un instante, las cámaras estaban listas para capturar el momento que estaba por suceder, todo esto mientras el trofeo esperaba por conocer a su próxima dueña… así se vivió el último suspiro del torneo Apertura 2021-2022 de la Liga MX Femenil.

Una de las misiones más complicadas que existen para el ser humano es elegir las palabras precisas para describir una emoción. La poesía, la filosofía y el arte se han dado a la tarea de facilitarnos dicha encomienda; sin embargo, ni siquiera la ayuda de estas disciplinas es suficiente para que podamos expresar lo que sentimos cuando alcanzamos una meta.

La consumación de un objetivo genera un sinfín de reacciones físicas en nuestro organismo, las cuales se reflejan de diversas formas. No obstante, la liberación de estrés es quizá lo primero que se presenta inmediatamente después de haber alcanzado la gloria. Todas y todos tenemos distintas formas de expresar nuestras emociones, pero las más comunes son sin duda el llanto, la euforia o inclusive la incredulidad. 

Asimilar un campeonato no es tan sencillo como parece; y es que a pesar del orgullo que representa ser la o el mejor en cierto rubro, muchas veces resulta complicado aceptar el triunfo, abrazarlo y comprender que siempre hay puntos por mejorar. De todas las cosas que pasan por las mentes de las y los deportistas ganadores, la humildad es un valor que tiende a olvidarse; lo cual tampoco es un pecado, ya que debemos comprender que, durante los momentos de mayor éxtasis, pocas veces damos lugar a la reflexión y al reconocimiento del rival.

En este sentido, cuando logras entender la importancia de la humildad en la victoria, automáticamente reconoces tu superioridad dentro del contexto en el que te desenvuelves. Y justamente la idea saberse campeonas, en un torneo conformado por equipos muy competitivos, es la que Eva Espejo, Directora Técnica de Rayadas, deberá sembrar en las mentes de cada una de las futbolistas de su equipo. 

Aunado a lo extenuante que representa jugar 17 jornadas más una liguilla, haberte parado en el estadio más caliente y enfrentar al equipo más dominante de la liga, es un logro que no se da todos lo días y del cual toda la institución de Rayadas deberá sentirse muy orgullosa. 

Rayadas Campeonas Desireé Monsiváis y Rebeca bernal besan la copa

Foto: Mexsport

Levantar el título de la liga no es otra cosa más que el reflejo del trabajo, la constancia y el compromiso que todas y todos los que componen la entidad de Rayadas han mostrado durante los últimos años. Si bien en ocasiones anteriores la gloria se les negó teniendo como antagonista al mismo equipo, el nivel que han mostrado las Rayadas siempre ha sido muy constante, lo que las ha mantenido como protagonistas de prácticamente todos los torneos en la historia de la liga de futbol profesional de este país.

Hablando específicamente de la final, los dos partidos fueron dignos de los planteles más potentes de esta liga. La técnica individual de las futbolistas, el buen planteamiento táctico y por supuesto los errores, resultado del estrés que se vive en momentos decisivos, fueron el común denominador de los 180 minutos jugados en su totalidad en Nuevo León.

Es evidente que la polémica también fue protagonista de esta final, la cual se desató gracias a un mal manejo arbitral, sobre todo durante el partido de ida. La decisión de inhabilitar a Stephany Mayor, bastión de Tigres Femenil y una de las mejores jugadoras mexicanas de los últimos años, generó un profundo debate que inundó los medios de comunicación y las redes sociales. Ahora bien, dicho debate no debe distraernos del principal punto de análisis: el arbitraje de la Liga MX Femenil merece tener mayor inyección de capital para lograr que el VAR ayude a obtener una mayor justicia deportiva, así como mejores condiciones laborales para las y los silbantes que jornada a jornada hacen su trabajo de la mejor manera posible, a pesar de la falta de apoyo de la liga. 

En el partido de vuelta reinó la tensión y el miedo a abrir la puerta para que el rival logre coronarse. Esto dio como resultado que llegáramos a la forma de desempate que siempre generará debate sobre su justicia: los tiros penales. Fue ahí donde la experiencia de Mayor hizo falta para contagiar a sus compañeras; y, por el contrario, el carácter, la experiencia y la técnica de golpeo de Desirée Monsiváis, Rebeca Bernal y Mariana Cadena, aunado a la intuición y buen trabajo físico de Alejandría Godínez, le dieron su segundo campeonato a Rayadas.

El equipo de Rayadas festeja en la cancha el trofeo de Campeonas

Foto: Rayadas

Para terminar, querida y querido lector, y después de un torneo tan espectacular, coronado con una final bien jugada, llena de emociones, con una afición que se entregó a sus respectivos equipos y con la emoción presente en cada poro de la piel, lo único que nos resta es pensar cuánta razón tenían las líneas descritas en el libro VII de La República de Platón: “...en nuestro sistema es preciso que todo sea común entre los dos sexos”.



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