Hegemonías, proyectos y perpetuidades
La sociedad capitalista moderna se ha encargado de perpetuar prácticas que favorecen sólo a unos cuantos. Las hegemonías hoy en día cada vez son más comunes y las brechas entre los poderosos y los desfavorecidos se han hecho cada vez más grandes.
Los gobiernos de la actualidad actúan en función a lineamientos sumamente voraces y que solamente incentivan el rezago de aquellos que no forman parte de las élites. Mismas que cada vez son más celosas de su riqueza y de su narrativa.
Cuando el neoliberalismo, en forma de ganancias e inversiones multimillonarias, tocó las puertas del futbol, las entidades tradicionalmente más poderosas comenzaron a fincar sus éxitos, a partir de proyectos sustentados en plataformas económicamente muy nutridas.
Y es que el éxito es un elemento que no se da por generación espontánea; por el contrario, es el resultado de una cantidad importante de buenas decisiones en materia deportiva, gerencial y de desarrollo del capital humano.
Una buena gestión, acompañada de estrategias planeadas y bien diseñadas, normalmente trazan el camino para un futuro alentador. Los anteriores ejemplos representan el plan de acción que ha seguido la directiva del Club Tigres Femenil. El equipo de Nuevo León no sólo tomó la decisión de tener en sus filas a las mejores jugadoras diponibles, sino que también ha construido el modelo de negocio más redituable a nivel nacional y que sin duda puede competir con la liga más importante del continente, la liga de Estados Unidos (National Women's Soccer League).
Los resultados son más que evidentes y los títulos hablan por sí mismos. De hecho, cada partido entre la escuadra de Tigres y cualquier otro equipo de la liga de nuestro país, se ha convertido en una apuesta por averiguar cuándo caerá el primer gol o cuántos goles en total serán capaces de hacer las felinas. Nos hemos encontrado con partidos en donde, dadas las diferencias entre un equipo u otro, pareciera que estamos ante un choque entre dos escuadras de distinta categoría de profesionalismo.
Los resultados abultados y la cosecha de títulos no es algo por lo que se tengan que sentir culpables las jugadoras, quienes hacen su trabajo y devengan un salario por ello. Mucho menos es culpa de la afición que apoya al equipo día tras día y que consumen un producto que se ha vendido de forma correcta y que actualmente sólo ve cómo la maquinaria económica camina prácticamente por sí sola.
Por supuesto que los triunfos traen consigo alegrías y éstas a su vez generan interés y alimentan una afición que crece con el paso de los días. Y es que las expectativas cada vez son más altas con este club, lo que forma un sentimiento generalizado por querer y seguir al equipo, no importando el lugar donde la gente tenga su residencia.
La afición por Tigres es un fenómeno que sólo se explica con los números de audiencia y con la cantidad de boletos que se venden cada que hay un partido donde participan las “amazonas”, ya sea de locales o de visita.
No obstante, y a pesar de la indudable hegemonía que Tigres tiene sobre todos los equipos de nuestra liga, hay un debate que inunda todas y cada una de las conversaciones sobre futbol femenil en nuestro país y es la incapacidad que tiene más del 80% de los equipos profesionales para fincar un proyecto como el de Tigres.
Muchos se han opuesto a la idea de que sólo algunos equipos tengan la posibilidad de sobresalir en sus respectivos contextos. Dichas críticas vienen desde un sector más romántico, el cual argumenta que el capitalismo únicamente le ha venido a quitar al deporte su componente más fundamental: la competencia.
Sin embargo, para poder comprender las disparidades deportivas que tanto dividen a la afición, es necesario primero reflexionar sobre nuestra realidad y la narrativa que nos han obligado a comprender, como la única posible para alcanzar el desarrollo económico (por tanto la felicidad), pero que únicamente sigue trazando el camino para que los poderosos sigan siendo aún más poderosos y nosotros sigamos viendo su crecimiento desde nuestra posición.