Entre la crítica y el acoso

El pasado 24 de julio, antes de disputarse el partido entre Cruz Azul y Chivas Femenil, la noticia de que Blanca Félix regresaría a la titularidad del cuadro dirigido por Edgar Mejía, generaría opiniones divididas entre la afición rojiblanca. 

Fotografía: Chivas

Fotografía: Chivas

El encuentro ni siquiera había comenzado y las críticas hacia la designación de Félix se contaban por decenas. Aunado a ello, un gol al inicio del encuentro (a causa de un error de la propia arquera de Chivas) dio como resultado una oleada de comentarios en contra de su persona. Dicho sea de paso, estos comentarios también ponían en tela de juicio la credibilidad del cuerpo técnico comandado por Mejía.

Más allá de que la portería es una posición que debe generar confianza, misma que transmite el entrenador, otorgando la titularidad constante a un elemento en particular; lo que nos debe de preocupar es la presencia de ataques ad Hominem en todas y cada una de las vías de comunicación que la afición utiliza para expresar su punto de vista.

Podemos estar de acuerdo o no con el rendimiento de la portera del Deportivo Guadalajara; sin embargo, esto no significa que ella o su familia puedan ser blanco de insultos, amenazas o comentarios sexistas que claramente representan una violación a sus derechos humanos. 

La Liga MX Femenil ha implementado una serie de medidas coercitivas para erradicar todo tipo de conductas que atenten contra los valores de sana competencia, respeto y tolerancia dentro y fuera del terreno de juego. 

Como ejemplo de lo anterior, en el año 2018, la misma Blanca Félix fue víctima de insultos por parte de una aficionada que se encontraba en la tribuna del Territorio Santos Modelo, casa de las Guerreras de Santos Laguna. Las consecuencias fueron que la infractora fue desalojada del inmueble, así como su remisión a las autoridades competentes.

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Desafortunadamente, y a pesar de los esfuerzos de directivos, equipos, jugadoras, Cuerpos Técnicos y afición, la violencia y/o acoso de carácter verbal se han hecho presentes en muchas ocasiones dentro y fuera de las canchas. Es aquí donde nos preguntamos si la solución debería ser la creación de medidas más estrictas para evitar la repetición de estas conductas. La repuesta es fácil: NO.

La solución se encuentra en la educación, la cual debe incentivar el respeto a los derechos humanos, sin importar raza, sexo, orientación sexual, etnia y clase social. Mientras la educación que proveamos sea deficiente, seguiremos viendo este tipo de conductas.

Hoy en día corremos el gran peligro de que el deporte sea objetivo de manifestaciones de intolerancia, las cuales podrían llegar a tener consecuencias fatales. Sin embargo, no todo está perdido, ya que afortunadamente existe una comunidad de personas que buscamos hacer del fútbol un deporte mucho más incluyente y solidario, que incentive la unión de los seres humanos y la reconstrucción del tejido social, a través de la pasión que genera un grito de gol.

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