Punto y aparte

A pesar de que una de las principales virtudes que posee el universo es la diversidad de la materia que lo habita, al final de cuentas existe un punto en donde se intersecta la existencia de estos seres. Dicho punto de fuga se caracteriza por el comportamiento irregular de todo ser vivo y no vivo. Y es que no existe mejor forma de explicar el desarrollo de la materia sin tomar en cuenta el cambio constante que existe en ella; cambio que se da en todos los niveles y que es el común denominador que podemos encontrar en esta realidad.

Si plasmáramos en una gráfica el comportamiento de todas las especies, encontraríamos que los picos de rendimiento van desde lo más bajo hasta el punto más alto, pasando por mesetas (algunas más prolongadas que otras) y otros indicadores de una irregularidad casi inexplicable.

Si la vida de las especies fuese constante, quizá la evolución no hubiera favorecido el nacimiento del ser humano. Es por eso que, ante los recientes acontecimientos que estuvieron ligados a la Selección Femenil en sus distintas ramas, hoy más que nunca es fundamental aprender de los errores, concentrarnos en las metas a corto, mediano y largo plazo y comprender que es prácticamente imposible que la curva correspondiente a una crisis (por muy grave que parezca) no puede extenderse de forma prolongada.

Hoy estamos ante una gran oportunidad para voltear hacia el pasado y evaluar las acciones que nos han traído hasta aquí. Por un lado, fuimos testigos de una nueva eliminación para una Copa del Mundo y por ende la pérdida de una generación de futbolistas con un talento superlativo. Por el otro, nos enteramos de un problema que se desató en el seno de la selección Sub-20 y que se relaciona con un asunto de códigos internos los cuales fueron severamente violados. 

La pregunta que debemos hacernos es: ¿qué sigue para el entorno del futbol femenil en México? El cuestionamiento parece muy sencillo si tomamos en cuenta la complejidad de la respuesta. 

Actualmente no vale la pena perder el tiempo con distracciones de tipo extracancha. Por el contrario, toca fincar responsabilidades y pensar en un mejor manejo de la crisis ante situaciones por demás complejas. Lo anterior es sumamente relevante, ya que sino existe una correcta reacción ante situaciones adversas, suele suceder lo que vimos en la conferencia de prensa que ofreció Yon de Luisa el pasado 21 de julio, en donde se evidenció la ausencia de una correcta cobertura mediática que ofreciera un panorama más transparente sobre la investigación que se llevó a cabo después del incidente del que todos hemos escuchado, así como una estrategia contundente para proteger a la o las víctimas de este lamentable suceso. 

Con el paso de los días nos hemos podido dar cuenta que la atención está focalizada totalmente en los eventos, más no en la forma en que la realidad puede y debe modificarse. Tomando en cuenta la incapacidad de los altos mandos de la selección para aceptar sus errores y trazar estrategias que busquen la trascendencia, la responsabilidad recae en la afición para comenzar a exigir más y mejores estrategias para que la palabra eliminación aparezca cada vez menos en el vocabulario de todo el entorno de futbol femenil en México.

Tal parece que las personas encargadas de tomar decisiones no son capaces de mirar hacia el interior de su propio negocio y entender que se trata de un fenómeno que tiene un impacto global y que crece a pasos agigantados. Ahora bien, si ellos son incapaces de verlo, nosotros (la afición) debemos hacer nuestro trabajo y apoyar a todos los equipos de nuestra liga doméstica, no importando los colores que nos representen.

Y es que resulta imposible no emocionarse por el enorme inicio de torneo que han tenido Chivas, América o el sorprendente Cruz Azul, a pesar de que no nos identifiquemos en su totalidad con dichas instituciones. Le invito querida y querido lector a realizar el siguiente ejercicio: olvidemos por un instante que México se fue sin victoria del torneo CONCACAF W 2022 y que el verdadero nivel del futbol femenil no está reflejado en la selección, sino en la Liga BBVA MX Femenil.

Tras haber hecho el ejercicio anterior, ¿cree usted que vale la pena seguir lamentando la derrota o pedir la cabeza de ciertas jugadoras y/o gente ligada a al dirección técnica? ¿No resultaría más conveniente poner atención a cada jornada y hacer un análisis sobre qué jugadoras están levantando la mano o cuáles de plano deberían tener un lugar asegurado en el combinado nacional?

Mi punto de vista es que entre más partidos veamos, más jugadoras conozcamos (aún si juegan fuera del país) y más familiarizados estemos con el deporte femenil en México, mejores armas tendremos para exigir a las y los directivos mejores decisiones tanto en el ámbito deportivo, como en el institucional. 


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