Campeonas. Pero… ¿A qué precio?

Fotografía: FIFA Women’s World Cup

El torneo más trascendente del fútbol internacional ha llegado a su fin, y con ello, el sueño de 31 equipos, ya que solamente uno tiene el honor de portar la nueva estrella en su uniforme. La selección española logró imponerse a Inglaterra 1-0 para así conseguir su primer título mundialista en la rama femenil. La hazaña ha generado tal entusiasmo que la gente, incluidos varios medios de comunicación, se ha estado olvidando de las manchas que este resultado deja en el trofeo y más importante, en el fútbol femenino. 

Es irónico que después de tantos años de lucha por mejores condiciones para las mujeres en el deporte, una federación como la RFEF sea la que represente a las campeonas del mundo. Un entrenador y un presidente que únicamente ven por sí mismos acaparando el espacio y adueñándose del mérito de las jugadoras a las que nunca han apoyado, apareciendo en portadas y siendo aclamados por distintos periódicos y revistas. Toda la atención se desvía hacia ellos cuando las únicas que merecen ese reconocimiento son las futbolistas españolas, sin dejar de lado a aquellas que se despidieron del mundial por mantenerse firmes a sus principios. 

Fotografía: Marca

Es un sabor agridulce que la competición más grande que ha tenido el futfem hasta ahora termine de esta manera. Si bien futbolísticamente no cabe duda que España se merecía la victoria, la manera de actuar de los directivos deja mucho que desear. En la entrega de medallas vimos a Luis Rubiales besando a Jenni Hermoso sin su consentimiento, utilizando como excusa el “momento de máxima efusividad”. Poco tiempo después pediría disculpas públicas sin llegar a reconocer sus acciones, simplemente porque “no queda otra”. 

¿Qué significa todo esto para el fútbol femenil? Es una situación difícil ya que para mucha gente, el mundial es la única imagen que tienen de este. El ver que lo mínimo indispensable es suficiente para que tu equipo esté en la cima del mundo hace que muchas personas no tomen en serio las voces de las jugadoras, lo cual puede representar un retroceso bastante grande. Por otra parte, es verdad que gracias a la visibilidad de la selección ahora que es campeona, puede que la presión social sea un gran factor para que se lleven a cabo cambios importantes dentro de la federación. 

Fotografía: SEFutbolFem

La copa ya está en España y lo positivo es que la afición no permitió que se escucharan las palabras de Jorge Vilda cuando la presentaron ante su público. Es necesario que los medios de comunicación encuentren perspectiva y visibilicen el problema en lugar de ignorarlo. No se deben dejar pasar ni mucho menos normalizar los abusos por parte de los miembros de la directiva. Rubiales y Vilda no son la cara de esta selección, que quede claro que la estrella no pertenece a la RFEF, es de todas aquellas que han vestido la camiseta, de las que alzan la voz y exigen las condiciones que merecen.

Mérito únicamente a quien corresponde.


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