La primera Alicia
En otro México, uno en donde las mujeres jugaron la final de un mundial femenil con el estadio Azteca hasta el tope, existió Alicia Vargas.
De padre comerciante y madre dedicada al hogar, Alicia jugaba futbol en la calle, pese a que su madre no estaba de acuerdo. Podría decir que eran otras épocas, pero muchas de las ofensas que recibía por ser mujer y amante del balón, resultan familiares para muchas mujeres que hoy practican futbol.
Apasionada del Guadalajara, jugó por primera vez en un Clásico organizado por la Liga América. Con unos shorts prestados y tachos una talla menor, puso el pase de gol que le dio el gane a las rojiblancas, quienes no tenían uniforme, pero sí muchas ganas de jugar futbol.
Fue una de las jugadoras que asistió a aquel mundial de 1970 en Italia, La Liga América organizó una selección y Vargas fue una de las elegidas. Su participación fue clave para que México ganara el tercer lugar y con cinco tantos se convirtió en campeona de goleo de la competencia.
Al año siguiente volvió a representar al conjunto mexicano en el mundial de la categoría que se jugó en nuestro país. Más de 100 mil personas se dieron cita en el estadio Azteca y dieron muestra de que el futbol femenil no solo interesaba, sino que la afición pagaría por verlas. Alicia sabía que estaba presenciando historia.
Aunque al final el combinado nacional perdió la final ante Dinamarca en medio de una disputa por remuneración para las jugadoras y su cuerpo técnico, Vargas se convirtió en una figura y referente del futbol femenil mexicano. 50 años de prohibición del futbol femenil no lograron borrar su nombre de la historia ni el apodo que no le encanta: “La Pelé Vargas”.
Alicia pasó de jugar en la calle a tener ofertas del futbol italiano que no tomó. Siguió jugando en el Guadalajara y años después continuó en el Deportivo Jalisco, hasta que en 1991 vivió su última convocatoria en el tricolor. Se dedicó a ser profesora de educación física por años hasta que se jubiló.
Su talento, la habilidad con el balón y su olfato goleador fuera de serie, fueron los detonantes para una generación que pudo verla desde las gradas y que vivió del recuerdo de haberla visto correr con el balón, esperando que algún día las mujeres volvieran a patear el esférico en este tipo de escenarios.
Décadas después, Alicia Vargas no solo fue reconocida como la tercera mejor jugadora del siglo pasado, de acuerdo a la Federación Internacional de Historia y Estadística de Futbol, también fue investida al Salón de la Fama en el 2019 como parte de la novena generación.
Actualmente, ya en el retiro del pateo de la pelotita, Vargas observa a la distancia el desarrollo del futbol femenil. Los logros de las jugadoras, como en su época, siguen abriendo el camino para las que vienen detrás y entiende que el futuro de las mujeres en este deporte, depende de que este ciclo nunca termine.
Y aunque hoy hay una Alicia que, como ella, juega en el Guadalajara y tiene magia en los pies, la gente nunca olvidará que ella fue la primera.