Exigencia, mérito y decepción
Se han ido 14 jornadas en la Liga MX Femenil y la tabla general comienza a discriminar a las escuadras que buscarán heredar el trono que al día de hoy posee Rayadas, de las que tendrán que esperar otro curso futbolístico para pelear por el campeonato del certamen.
El momento ha llegado para iniciar una evaluación sobre el desempeño de los equipos de la Liga MX Femenil. Si bien es responsabilidad de todas las instituciones llevar un análisis cualitativo y cuantitativo del accionar de los equipos en cuestión, no podemos negar que es hasta estas alturas que podemos otorgar (con cierta objetividad) adjetivos calificativos al torneo que han tenido los equipos que forman parte de la máxima categoría de futbol femenil en nuestro país.
Dentro de la evaluación que todas y todos podemos realizar, existen ciertos factores que juegan un papel determinante al momento de llevar a cabo este ejercicio, como son: las decisiones gerenciales, la cantidad y calidad de patrocinadores, la inversión, el aparato de inteligencia deportiva e inclusive el departamento de desarrollo humano de cada entidad.
Si existe una química positiva entre dichos elementos, normalmente el resultado es favorable para el equipo. También hay que tomar en cuenta que el futbol es un deporte en donde la lógica no existe, por lo que en ocasiones el desenlace da una vuelta de tuerca y el marcador puede ser adverso, a pesar de tener todos los factores a tu favor.
Dejando de lado lo impredecible que puede ser este bello deporte, rescatemos tres conceptos que podemos encontrar a la hora de emitir un juicio sobre el desempeño de las instituciones durante lo que va del certamen: exigencia, mérito y decepción.
La exigencia va en función de los alcances del equipo a evaluar. Por ejemplo, si volteamos a ver la parte alta de la tabla, encontraremos a los equipos que durante los últimos años se han encargado de darle seriedad a su proyecto y que han logrado, a través de la obtención de buenos resultados, que su afición crezca con el paso del tiempo y de paso colocarse como los reyes del raiting televisivo. Pero los equipos de esta categoría enfrentan un reto cada vez mayúsculo y es la presión a la que son sometidos desde diversas trincheras (afición, medios de comunicación y rivales) y que cada partido los somete a un duro análisis, no importando el resultado que obtengan.
Las oncenas que pertenecen a este bombo, sin duda poseen ventajas competitivas sobre sus oponentes (alimentadas por el actual sistema capitalista deportivo), pero no por eso debemos dejar de reconocer la gran labor que realizan torneo tras torneo, esto debido a que elevan el nivel de toda la liga e impulsan el nacimiento de nuevas y mejores futbolistas.
Por su parte, hablar de mérito significa comprender que hay instituciones cuya concepción del éxito es comprendida desde otros lugares. Estos lugares no siempre son los resultados positivos o el número de campeonatos obtenidos. En este sentido, existen otras formas obtener victorias fuera de la cancha, como la obtención de nuevos patrocinadores, mayor apoyo gubernamental, venta de jugadoras, respuesta favorable por parte de la afición (digital y presencial) y el incremento de operaciones comerciales (venta de productos oficiales).
Por último, y si hablamos de éxitos, es inevitable encontrarnos con el otro lado de la moneda: la decepción. La primera impresión de un equipo catalogado como decepción es que los objetivos no fueron alcanzados o que las proyecciones que se tenían simplemente no se cumplieron. Ante una situación de este tipo, tendrá que venir un análisis profundo sobre lo que se hizo bien, pero en su mayoría estas evaluaciones deberán focalizarse en las cosas que se pudieron haber hecho mejor.
Cuando se atraviesa una crisis de resultados y/o funcionamiento y no se logra la clasificación, las críticas no se harán esperar; es entonces cuando habrá que trabajar en el aspecto mental para que las atletas canalicen el fracaso de la mejor manera y enseguida puedan concentrarse (tanto física, como emocionalmente) en elevar el rendimiento individual y grupal.
Es evidente que todos los equipos aspiran, a través de una correcta estrategia de crecimiento, a cambiar sus contextos y pelear siempre los primeros lugares. Y a pesar de que el futbol moderno parece segregar cada vez más a los equipos con menores oportunidades para acceder a una inversión económica sobresaliente, nuestro papel como aficionadas y aficionados es, sin importar nuestros colores, apoyar a todos los equipos, ver la mayor cantidad de partidos posible, exigir a las directivas que todos los encuentros se lleven a cabo en estadios de primera división y pedir a los medios de comunicación que cada partido de la liga sea televisado en un horario adecuado para el consumo del deporte profesional.
De esta forma, queridas amigas y amigos, todas las instituciones, no importando el soporte económico que las respalde o el tamaño de su afición, harán todo lo que esté en sus manos para competir al más alto nivel y así buscar la trascendencia a corto, mediano y largo plazo.